Travesía con Historia - ROU
- Adriana Buchele
- 11 nov 2020
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 24 nov 2020
CONCHILLAS, DEPARTAMENTO DE COLONIA, URUGUAY
Un camino apenas asfaltado, angosto, con piedras en su costado y hermosos campos alrededor. Tranquilidad, eso brinda las rutas uruguayas que van enhebrando pequeños pueblos con historia. Y si de historia se trata, Conchilla une viejos negocios en ambas orillas del Rio de la Plata.

Por los años 1887 se funda este histórico pueblo que nace por una decisión tomada del entonces gobierno de Buenos Aires de construir el Puerto Nuevo que sustituiría al de madera y seria competitivo con el de Rio de Janeiro y el de Montevideo. Es asi como la empresa C. H. Walker & Co Ltda gana la licitación y descubre que, del otro lado del rio hay cantidad suficiente de piedras y arena para realizar la construcción. Eduardo Madero era el comerciante influyente de esa época y el mentor de la construcción no solo del puerto sino también de los edificios de la zona. Para ese entonces, los ingleses se instalan en el actual pueblo de Conchillas, imponiendo sus costumbres y reglas propias asi como hasta la moneda fabricada por la familia Evans, que circulaba dentro del pueblo, con el pago de salarios para los obreros y la venta de todo tipo de mercadería. Asi es como el dinero circulaba dentro del pueblo logrando una economía interna prospera con un pueblo de avanzada para la época, siendo el primer pueblo del interior en tener luz eléctrica y un sistema de salud y educación de avanzada. Pero, todo tiene un final, la segunda guerra mundial habrá de cambiar los mercados y el pueblo es vendido en la década del 50.

Hoy caminar por sus calles de este pueblo intacto a 7km de las orillas del Rio de La Plata, es un placer. Su gran hotel, majestuoso para la época, nos da la idea de lo que se respiraba en épocas de esplendor. Las pinceladas de la cultura inglesa que baña todo el Rio de La Plata, sin distinción de límites geográficos, las grandes obras y su cultura edilicia, nos remontan a una América pujante, esplendorosa y zaqueada en forma continua por las grandes potencias de turno.
Los 7km hasta el rio es un ir y venir de subidas y bajadas con suaves curvas. Tiramos los botes con mi hijo y nos disponemos a remar el Arroyo San Francisco, puerto deportivo y reparado de esta hermosa bahía. Su entrada esta escondida por los juncales y casi paralela a la costa. Las lanchas de pesca están llegando ya a esa hora de nuestro recorrido, cargadas de peces que, sin perder tiempo, los pescadores limpian sobre cubierta. Los veleros argentinos, fondeados, reposan en la tranquilidad y el calor del mediodía. De un lado la Prefectura y un poblado pequeño, del otro, la vegetación hasta el rio bebe de sus aguas, un arroyo apacible que invita a descansar.
En las playas del balneario municipal se encuentra un barco hundido, conocido como el Pontón, traído por un club para instalar su sede, que la caprichosas aguas lo tomaron de rehén y quedo alli, listo para estar en cuanta postal que caracteriza la zona. El antiguo muelle donde se cargaba la piedra, hoy no esta accesible al publico por razones de seguridad y en frente, el majestuoso puerto nuevo de la papelera Montes del Plata.
Nuestra visita en los botes llego a su fin, pero las ganas de seguir explorando la zona me convoca seguramente a otro año para seguir disfrutando del lugar.
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