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PRIMAVERA EN EL DELTA DE PARANACITO


El rio corre pausado, adormecido al despertar la mañana cargado de calor en esta época del año. En sus costas los juncos asoman y comienzan a despertar aromas ribereños. Con el rocío de la noche, en aquellas casas del arroyo Las Tintas, los jazmines en esta época del año trasladan sus aromas al rio y lo transportan con la pequeña brisa matutina uniéndose a la estela de mi bote. El remo empuja esas aguas chocolate y me llevan a la desembocadura del rio Uruguay que hoy asoma tranquilo. Lejos, en el horizonte, pinceladas blancas me recuerdan esas hermosas playas uruguayas.


De esta orilla, los juncos majestuosos se hamacan al ritmo de la corriente. Me doy un chapuzón en sus aguas como pidiéndole permiso para remarlas y así el día pasa mas ameno aguantando el calor de la siesta.

La boca del arroyo Martínez es amplia. En sus márgenes aparecen construcciones de grandes casas de material abandonadas. El esplendor de épocas pasadas todavía se puede apreciar. Las huellas de familias enteras produciendo un delta pujante al ritmo del rio se percibe. Me quedo flotando y dejando que la historia me cuente los secretos.


Sobre ese arroyo la capilla Nuestra Señora de los Milagros se alza firme detrás de los cipreses. El sonido de su única campana todavía se escucha en cada curva llamando a sus creyentes. Imagino las canoas cruzando el rio un domingo empilchados para la ocasión. Las mujeres bulliciosas se reúnen en el salón detrás de la capilla y los hombres juegan un picadito en la cancha de futbol, hoy totalmente forestada. Hasta puedo escuchar las risas de los chicos metiendo los pies en el barro y tirando flores de ceibo como barquitos de papel al agua.


Tiempos lejanos donde la isla estaba poblada y las lanchas almacén pasaban una vez por semana trayendo alguna novedad del pueblo.

Hoy hay solo grandes forestadoras que ocupan lo que fueron muchos aserraderos con poblaciones estables. Escuelas impecables cobijan solo a un puñado de alumnos que crecen en la isla.


En la curva comienzo a navegar el arroyo El Mosquito y la soledad es aún mayor. Los arboles cuelgan y se mezclan con el camalotal verde. Zigzagueo para avanzar entre ellos. Sus flores lilas lucen con todo su esplendor. Los insectos aprovechan para flotar en la corriente sobre ellos. Sigo remando protegiendo mi cuerpo de los mosquitos y viuditas que pican distraídamente dejando hinchado el cuerpo. Desde las ramas de los sauces y ceibos cuelgan gatas peludas negras con algunos pelos blancos y caen al agua tratando de subir al bote. Las enredaderas de flores acampanadas trepan a los árboles mas altos. De algunos coronillos cuelgan racimos rojos de orugas de mariposa bandera argentina. Una explosión de vida en este Delta Entrerriano.

Mi bote se aleja rumbeando para mis pagos, junto al aroma de jazmín de esos días soñados.


Hasta la Próxima aventura!!




Recorrida saliendo desde Villa Paranacito, arroyo Las Tintas, Rio Uruguay, Arroyo Martínez, Arroyo El Mosquito.

Agradecimientos

· Emiliano del Camping Municipal

· Omar de la casa donde acampamos

· A todo el grupo de kayakeros Zarate Campana que me invitaron a compartir estos días

· A mis compañeros de viaje Pablo Cabanillas y Pablo Macchiavello que no dudaron en unirse a la invitación.




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