Olas que vienen, olas que van…..(Parte II)
- Adriana Buchele
- 11 nov 2020
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 1 dic 2020
En Kayak (Tramo Baradero – Vuelta de Obligado ) : 10-2020

Amanece. El sol entra por la ventana de un colectivo hecho refugio, con ojos mirando hacia toda la isla. Apenas nos despertamos podemos ver ese magnífico cielo, el horizonte y la isla que tímidamente quiere renacer de las cenizas y levantarse hacia un gran futuro.
Acomodamos los bártulos y comenzamos ese ida y vuelta de todo kayakista de travesía, sendero y sendero desde la pila de bolsas y bolsitas estancas hacia los tambuchos del bote. Luego nuestras manos empujan y empujan esas bolsas de contenidos diversos para sobrevivir los días en el agua. Seguimos empujando y a presión, se acomodaron algunas cosas, otras se esconderán en el infinito casco del kayak. Y asi, una vez puesta la ropa adecuada, salimos, tranquilos, corriente en contra.
Pasamos algunos ranchitos con animales comiendo, poca gente, y el viento que sigue corriendo, mucho. Barcos que nos cruzan por el estrecho canal, esta vez, con muy poca agua. Corre, el rio corre, infinitamente, indiferente de la época que transita el mundo humano. Muchos pájaros disfrutan de las orillas. Pasamos por San Pedro, que aun dormía. Y continuamos en búsqueda del gran rio Paraná.

Un viento todavía frio hace levantar vuelo a los pájaros que planean en el cielo, mirándonos. Algunos pocos pobladores están haciendo sus tareas habituales afuera, preparando sus botes para la pesca, para ir al pueblo, para hacer alguna que otra changa que puede salir en la isla. La pandemia aletargó el trabajo, las visitas, los niños tomando la lancha para ir a la escuela ya no estan, los pescadores ocasionales tampoco, las lanchas pasajeras no tienen el ritmo de antes. La única que si disfruta, es la naturaleza en todo su esplendor, siguiendo el ritmo de las estaciones del año.

Y el bote sigue, a un ritmo firme, con las dos palas remando al unísono, entrando al agua juntas para no perder eficiencia. El viento vuela algunas gotas y moja nuestras cabezas. La proa del bote corta y corta el agua amarronada. Y al fin, en la proa, aparece Obligado. Alli el Paraná como enojándose, se retuerce abruptamente. El canal central se angosta. Los buques pasan estrechamente por esa curva zigzagueante. Corre, el agua corre encajonada, forma olas y el bote continua, cortando el agua.
En 1845. Gran Bretaña y Francia pretendían tener libre navegación por el rio, obviamente sin pasar por el Puerto de Buenos Aires, las aduanas, los impuestos. La llegada de avances tecnológicos en buques de carga y la introducción del vapor como medio de propulsión, hizo que los ríos se pudiesen remontar a gran velocidad contra corriente. La industria naval avanzaba, las tecnologías en tierra también, y todo el esplendor y las producciones se debían sacar o “saquear”….. rápidamente para llevarlas al viejo continente. Asi una cosa trajo a la otra y una guerra marco este recodo el rio Parana, en donde hoy lo seguimos navegando, en este caso, corriente arriba.
Las diferencias se marcaron y todo termino en un conflicto que no pudo pararse en forma diplomática. Asi la estrategia militar fue inédita. Tres hileras de cadenas fueron montadas sobre 24 barcazas en esta curva del rio y como curiosidad, los eslabones se hacían uno por uno con hierro fundido vertido sobre moldes y cada eslabón era reforzado con determinado tipo de uniones, algunas veces como un travesaño en el medio, conocido técnicamente como “contrete”, que impedía que la cadena se aplastara por el peso.

Hace poco con una bajante, el rio dejo ver parte de su historia, y se encontraron siete eslabones. Los especialistas estan trabajando, buscando, descubriendo siempre algo que agregar a la historia. Hechos de nuestra región Latinoamericana que marca el destino, el rumbo, como la proa de nuestro kayak.
Ese dia dormimos en Obligado, muy cerca de la Prefectura Naval Argentina, al reparo del acantilado y como si fuese poco, el caprichoso destino, alli, justo alli, nos marco el dia siguiente un hecho imprevisto. Ese lugar de batallas, ese lugar de fuerzas y energías encontradas quisieron que desconcertantes e ilógicas palabras de hombres de oficina plasmadas en el papel, nos obligaran a volver por tierra. Pero esa… esa será otra historia.

Agradezco infinitamente a Santiago “Jimmy” Sills, como compañero de bote, amigo e incansable buscador de historias y recuerdos. Juntos planeamos este tramo del rio, en búsqueda de nuevas aventuras que explorar. Nos subimos a este nuevo bote de su propiedad, por primera vez, ambos y dejamos correr el agua bajo su casco. Gracias. Mil gracias querido amigo del agua!!!
Gracias nuevamente a Martin Amondaray, por prestarnos el refugio “Puesto Surubi”, ideal para tomarse unos días de paz y tranquilidad disfrutando de la isla o bien para pescadores que gustan del buen pique. Gracias!!!!!

Y por ultimo gracias a toda esta mochila liviana que llevo en mis viajes, cargada de personas que me siguen en estos relatos. Para ustedes, otro lugar de la Argentina visto desde el agua.
Al infinito y mas alla!!!!!!
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