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INFINITAS ALAS


Un puente viejo, de hierro, un dia cualquiera me llama la atención. Corta el Samborombon Chico. Esta escondido, zurcado por un camino de tierra a la par de la ruta 215 asfaltada muy cerca de Brandsen. Marrón, dulce de leche, ese mismo color. El mismo que un año antes lo reme en sus últimos 60 km antes de volcar sus aguas a la Bahía, a ese mordisco de la provincia de Buenos Aires donde sus cangrejales son los amos y señores del lugar.


Esta bajo. Este año la sequía se nota. Terrones de tierra mas clara en sus orillas se desprenden y chocan con algunas toscas que están sobresaliendo de ese lecho que nunca se deja ver a simple vista. Corre. Lento. El Samborombon chico va a busca de su par. Mi bote toca el fondo, me subo y empujo para poder deslizarme sobre sus aguas. Busco el camino libre bajo el segundo puente de la asfaltada 215 y sigo, en silencio, zigzagueante. Pronto el ruido de los autos desaparecen, la vegetación arbolada permanece resguardando las orillas, escondiendo el tesoro que descubro a pocos metros. Muchos, muchos pájaros toman sol en las toscas que salen como solárium, brindado un lugar propicio para el descanso de todos ellos. Patos y patitos pasean por pequeños rápidos que forman los bajíos. Me miran y enseguida ponen a salvo a sus crias. Dejo de remar, el agua me lleva y trato de no interferir en este privilegio que me da la naturaleza de compartir una tarde entre ellos. Colonias de biguas inmensas, que se repiten en muchos tramos de este rio que pude navegar y pedalear con anterioridad.


Al unirse con el Rio Samborombon, sus aguas me llaman la atención. Viene con aun menos caudal. Antes de decidir el lugar exacto para largar el bote, recorri por tierra el cruce de este rio y la ruta. Alli los pajonales no permitían una buena salida. Decisión correcta que la comprendo y la veo ahora. Esta mas que bajo y hubiese sido imposible remar desde alli. Sin embargo en las orillas la línea de crecida esta a casi un metro por encima de mi cabeza. Huellas que dejan otros tiempos, otros eventos climáticos. Asi, todo cambia.


Vuelvo a mi remada, tranquila y atenta a las pequeñas correderas que hacen que mi bote vaya rozando el fondo. Con cuidado esquivo todo lo que puedo y trato de pasar los dos puentes siguientes observándolo todo. Encajonado por momentos pero con vegetación. No hay en este tramo extensos campos de ganado, solo un paisaje de arbustos y arboles en sus orillas que forman ciudades reservadas para nidos con vista al rio.

Al acercarme a la ruta 29, se escuchan voces de pescadores que tratan de atrapar muchos pero muchos peces que puedo ver pero que esquivan el anzuelo de todos ellos. En el casco del bote se escuchan sus roces de colas y lomos y algunos golpeteos, como escondiéndose y jugando a las escondidas con los pescadores.

Ultimo puente del destino final, Ruta 29. El rescate esta alli, esperándonos, bulliciosos de nuestra llegada y queriendo saber lo que vi. Como expresar tanto silencio y tantas infinitas alas que reposan en ese lugar en libertad.



Agradecimientos:

A Marilu por acompañarme en esta locurita con su kayak y sus conocimientos de aves.

A mis viejos y mi hijo por soportar los caminos indescifrables que dibujo en un mapa cualquiera e indico el punto exacto donde voy a salir y llegar, tratando que la logística por tierra sea “lógica” e ilógico el recorrido……


Al infinito y mas ala!!!!



 
 
 

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