EXPEDICIÓN “AL CORAZÓN DE LAS LECHIGUANAS” 2-2021 Parte VII: “GRANDES MUJERES DE LA ISLA"
- Adriana Buchele
- 7 abr 2021
- 3 Min. de lectura

La orilla tiene un pastizal alto que de vez en cuando alguna vaca asoma curiosa, espiándonos y luego se esconde, mueve el pasto y vuelve a aparecer, con esos ojos fijos hacia nosotros. Jimmy sonríe, sabe de mi delirio…. y yo comienzo a hablarle, para que sepa que estamos en el mismo universo.….
Lejos, un punto casi en el agua moviéndose. A su costado una casa de material, simple. Nos acercamos y asoma detrás del animal Doña Antonia. Pelo recogido en una colita baja, pala en mano, botas de goma y unas bombachas de campo maravillosas con un bordado con pequeñas flores de colores al costado, en su mano también unas riendas y su porte firme, segura del trabajo que esta realizando. Un animal quedo atrapado a la orilla del arroyo. No saldrá hasta que ella termine su trabajo de zanjar un camino y luego, junto a su marido la sacaran despacio. El animal ya esta cansado. Es tiempo de pausa. Nos mira al pasar y palabra va y palabra viene, la posibilidad de conversar con una mujer es un privilegio por esta zona. Ella me pregunta si tengo miedo estando en ese bote tan fino y yo me asombro que ella no tenga miedo de “las bichas” que andan por esas tierras. Sus botas la protege de posibles mordeduras y barros en tiempos húmedos. Con esa simpleza de mujer nos ofrece el último trozo de hielo que tiene en la casa. Nosotros, maravillados de poder tener algo fresco ofrecemos algunas frutas a cambio. Asi de simple es la vida. Nos vamos despacio con ganas de seguir charlando.

Horas después, colores de vestidos al viento. Dos mujeres en la lancha amarrada traen y llevan ropa para lavar. Levantan las cabezas y sus sonrisas de asombro, su mirada apacible dan paz al lugar. Sonreímos al unísono y a partir de alli ya no hace falta mas presentaciones. El vínculo de miradas de mujer se produce y ese don especial que tenemos en enredarnos en conversaciones como si nos conociésemos toda la vida. Antes de seguir Alicia me ofrece queso. Sin dudar acepto. Solo mi mente gira alrededor del minúsculo espacio que tengo en el tambucho para que pueda entrar. Me subo a la lancha, nuevamente busco la billetera y rápidamente nos ofrece su manjar. Entre sus manos cálidas el queso redondo, apenas amarillo, firme, se ofrece y se acepta como un tesoro. Esas mismas manos que hicieron con tanto empeño, quizá en alguna mañana al lado de la cocina económica. Miro hacia arriba y detrás de la segunda casa de chapa elevada, un altar para el Gauchito en construcción. Con todo el respeto pido de sacar una foto y acercarme, sabiendo que la devoción por los santos, patronos y creencias es digno de respetar. Me cuenta su hija María de los Ángeles que le están haciendo una nueva construcción y pronto la pintara. Seguimos charlando de la casa de barro, los materiales y como quien no quiere la cosa me dan el privilegio de entrar a su cocina…. Que sorpresa tan hermosa, el olor a hogar invade ese lugar, la calidez de la cocina económica es el centro de mateadas y reuniones familiares, y una gran mesa de madera, en el centro con ramas colgadas para que las moscas y mosquitos vayan a la luz, pone la pincelada de cariño a lo simple de la mano de toda mujer. Bajo el repasador, y con picardía, Alicia destapa y ante mi el olor entra en mi corazón trayéndome recuerdos de mi niñez, de mis abuelos de Berisso, del olor a harina y levadura, del olor a horneada. Alli están los tesoros, pan y pan con chicharrón recién horneados en esa hermosa cocina económica…… casi no puedo continuar, las sonrisas cómplices, los gritos de alegría que salen de la cocina, y la voz de generosidad absoluta de ellas diciéndome, “elegí uno”…. Mis vista se nubla y ante semejante ofrecimiento, sin dudar “ el que tiene chicharrón”.

Ya nada importa, el dia esta completo y el aprecio de mi compañero de expedición en respetar ese espacio entre mujeres y el silencio único al seguir remando al compas del corazón que quedo en esa casa de barro.
Agradezco infinitamente a Doña Antonia, Doña Alicia y Marita, grandes mujeres que en estos lugares tan inhóspitos, junto a sus maridos, cuidan de la isla.
Agradezco a Jimmy por respetar los tiempos de mujer….
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