EXPEDICION “AL CORAZÓN DE LAS LECHIGUANAS” 2-2021: Parte III: “Al ritmo del remo”
- Adriana Buchele
- 11 mar 2021
- 2 Min. de lectura

El primer tramo de cruce desde el Rio Paraná al Rio Pavón son de aprox.20km. Para poder salir sin equivocase y quedar metido en otro arroyo que conduce a lagunas o ”calles sin salidas” debemos unir tres arroyos, Cavado, Banderita y Ceibo. Toda persona lugareña sabe dónde doblar o virar llegando a la “esquina”, pero siempre que uno viaje, debe situarse en la mente del extraño, donde la región a visitar le es ajena, por mas que haya estudiado, preguntado y visto con las herramientas satelitales que hay a mano. Ese es el verdadero desafío que tienen las expediciones, la realidad siempre nos va a sorprender.

Al amanecer ya estamos remando, aprovechando que el sol no esta tan alto. Algunas casitas precarias que utilizan los pescadores van pasando. Otras, un poco mas arriesgadas, se encuentran en altura y muy pocas casas de personas con residencia permanente. Las que vimos, el juncal bajo y tupido esta a su alrededor amenazando en copar el hogar. Los perros son siempre los primeros que nos ven, desde lejos y se ponen tan a la orilla que están a punto de caer. Ladran y mueven la cola. Mas atrás algunas gallinas también se alborotan. Los chanchos siguen fiacamente tirados en el barro húmedo. Es temprano y todavía están durmiendo. Pasamos despacio. Una puerta se abre y el habitual saludo con mano levantada desde la puerta del rancho. Un bote atado, pintado de verde claro o azul. El motor levantado y los remos puestos. Desde un lugarcito de la orilla unas cañas esperando a que el pescador se levante. Mas alla, en algunas casas, unas improvisadas heladeras que se llenan de hielo y el pescado fresco espera el trasbordo a otra lancha que llega al continente. La vida transcurre en esa calma de tiempos de la naturaleza.

Un laberinto de arroyos que se van uniendo y seguimos remando por esas venas. Muchas veces no vemos mas allá que la pared verde con flores amarillas, otras veces cambia a flores blancas, algunos camalotes sin su flor pasan, otras veces repollitos flotan enredados por un remolino de corriente. El sonido continuo de las palas entrando al agua rompe el silencio. Algunas veces toco algo, será un tronco? El lomo de un pez? Quizá… todo puede ser.

Después de una esquina de cruces de arroyos, tenemos corriente en contra. Nos pegamos a la orilla para que no nos afecte tanto. El Pavón está cerquita. A esa altura no tiene nada de tráfico. El calor es agobiante, pero ni bien la proa sale a ese gran rio, tomamos el ascensor de corriente a favor, para en unas cuantas horas ingresar nuevamente al corazón de las Lechiguanas. Pero esa será otra historia, hasta aquí el primer cruce enhebrando arroyos lo completamos y pronto entraremos a otra dimensión.
Hasta la próxima aventura!
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