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BAÑADO LA ESTRELLA – FORMOSA PORTAL VERTEDERO – RUTA 28







En mi mente y corazón llevo los recuerdos de mis tres últimos viajes a las regiones Chaco-Formoseñas. Sus aguas me atraen, su gente me dan paz, sus áreas de selvas exuberantes, que cobijan a miles de aves y animales me invitan a curiosear, a internarme en esa simpleza de los ciclos de la vida. Desde el urbanismo, como muchos de nosotros, lo simple es ajeno a los sentidos, pero al llegar a esas provincias, todo se abre, todo se amplifica, te da un cachetazo y te despierta a la única realidad, la naturaleza, al mayor esplendor que podrás imaginar.

La ruta corta caprichosamente un borde del bañado, un espejo de agua enorme, en donde el Rio Pilcomayo hace mucho tiempo eligió dormitar allí, vertiendo sus agua que viene desde muy lejos, desde otros limites caprichosos impuesto por los hombres. Trae vida, escurre sus aguas lentamente, transparentes, frescas y forma un edén que muchas veces se agranda para avisar a las poblaciones cercanas que ese es su territorio, y otras veces se encoje, como sufriendo de tanto daño climático producido por el hombre. Como un corazón gigante se mueve, late, se agranda y se achica pacientemente mientras solo observamos su inmensidad desde un mapa.



La primer visión es impactante, a un lado yacarés muy grandes tomando sol, como si fuese una playa turística. Al otro lado algunas casitas protegidas por el terraplen construido por la ruta 28. Continuo y ya mi bote late de felicidad, las aguas se abren y no aguantamos mas. Ambos, el bote y yo se zambullen dentro de ese inmenso corazón. En esta parte del Bañado predominan los arboles, un inmenso bosque ahogado pero no muerto. Son refugio de miles de aves, sobre todo biguas que perezosamente abren sus alas para secarlas al sol. La pala entra tranquilamente en sus aguas, el bote se desliza, el sol cae y los colores rojizos comienzan a asomar.





Al otro lado del terraplen un verde claro con pequeñas lagunas convocan a miles de aves a disfrutar. Cigueñas, espátulas rosadas, chajas, garzas brujas, garcitas blancas, garcitas azuladas, garza mora, aningá, chiflon, carau, cuervos, bandurrias, hocó colorado, chuñas, charatas, miles de especies, todas allí, juntas en armonía, destacándose la reina del lugar el Jabirú o Yabirú, la cigüeña mas grande del continente Americano. Los sonidos son miles, solo cerrar los ojos y tratar de descubrir quien es cada quien, es una tarea ardua para los oídos de una mujer urbana. Sin embargo pronto me dejo llevar y comprendo lo diminuto que somos.

El sol cae y da paso a riendas sueltas, del otro protagonista de la tardecita, los mosquitos, que juntos con los bichitos de luz van iluminando y compitiendo con las miles de estrellas que se asoman tímidamente sobre mi cabeza.

Me tomo un minuto y dejo que se pose la noche sobre mi, me abrace y me lleve a soñar con aquellas expediciones que desde los años 1700 quisieron conquista lo indómito, lo imposible, la mismísima región chaco formoseña.


Hasta la próxima aventura!





Agradecimientos

A mi amigo Gero de Cheroga Turismo, de Formosa, con su entusiasmo y compromiso, muestra su región respetando el lugar. Gracias por los datos!!!!!

A mi compañero de este viaje “imprevisto”, Ariel, gracias por el aguante y la comprensión a esta locura que llevo dentro, de hacer realidad “atrapando los sueños” y llevándolos a proyectos reales. Gracias!!!!

A mis padres que desde casa me siguen por el mapa papel, cuando puedo enviarles mensajes y a mis hijos, por comprender siempre el sentido de esta vida que llevo.

Y gracias a vos, que llegaste a leer hasta aquí y quizá se te abre la curiosidad y comenzás un nuevo camino.


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