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Abriendo tranqueras en “La Paraguaya” - Epecuen - Pcia. de Buenos Aires


Luego de la paz del kayak y una noche calma sobre las costas del Lago Epecuén, nuestro rumbo cambia, las bicicletas piden rodar y allá vamos. El suelo color gris y con una capa fina de sal manchan las cubiertas negras dejando su huella al rodar. Pasamos por delante del antiguo pueblo Epecuén, quien nos espera para otra recorrido y seguimos la huella. Otro día sin viento y solo alguna que otra camioneta nos envuelve en ese talco. Cruzamos la vía y nos ponemos a la par de un campo con maíz cuando de repente un guanaco nos mira con esa indiferencia característica en donde solo parece que esta atento a masticar vaya uno a saber que, pero de reojo esta listo para advertir su limite.

Una tranquera se encuentra abierta y nuestra marcación en el gps coincide con un campo privado. A lo lejos las camionetas y maquinarias trabajando. Entramos y solicitamos autorización para ingresar. Miran con curiosidad las bicicletas y luego de un intercambio de datos, rumbeamos hacia nuestro objetivo, la laguna “La Paraguaya”.

En el mapa y por esta época es solo una mancha algo amarronada. Descubrimos que esta muy baja y el espejo que forma es mágico. Rodeada de sal, muy fina, el agua refleja todo, absolutamente todo. A lo lejos un grupo de flamencos se ven solo en puntos rosas.


Las bicis comienzan a hundirse pero seguimos empecinados en explorar. La orilla y sus aguas nos invitan a acercarnos y observar silenciosamente ese grupo de flamencos que de reojo nos miran y se reagrupan sin mover el agua con sus patas. Que maravilla!!! Estamos un buen rato allí, simplemente perteneciendo a ese instante de privilegio que nos da la naturaleza.

A un costado una pequeña construcción de bebedero con agua que surge naturalmente, transparente, dulce y cálida. Gracias a la amabilidad de la gente de la estancia “La Concepción” que luego visitaríamos, supimos que esa agua es surgente y muy preciada en el lugar.


El mate nos espera en las alforjas. Pedaleamos hasta la estación de tren y recorremos su museo y como sacando boleto para la próxima travesía, permanecimos alli, sentados bajo el alero, compartiendo unos mates y soñando con ver pasar al tren.

Hasta la próxima Aventura!!!



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